El yo protestante

Año de aparición: 1517 
Autores reconocidos: Martin Lutero (1483-1546)



Cuando en 1517 el monje católico Martin Lutero escribió Las 95 tesis, en las que condenaba las prácticas de la iglesia católica, desencadeno cambios trascendentales, no solo en las prácticas religiosas, sino también en la comprensión de la identidad humanan. De repente cada persona se encontraba sola ante Dios, se justificaba únicamente a través de la fe, y su relación con la deidad se definía en términos personales. En la fe católica, en cambio, era la iglesia la que mediaba en la salvación, por lo que la identidad individual quedaba sumergida bajo la identidad colectiva de la pertenecía a la iglesia.
Si bien el objetivo inmediato de Lutero era desafiar lo que consideraba malas prácticas de la iglesia, las consecuencias de sus actos se extendieron más allá de ella y de los asuntos religiosos. Las implicaciones de la reforma contribuyeron a crear una nueva concepción del yo. La emergente fe protestante pedía a sus seguidores que se concentraran en su vida interior y se entregaran a las practicas espirituales. El énfasis en una relación personal y privada con Dios propiciaba la necesidad de prestar atención a los propios pensamientos y emociones, lo cual aumentaba la sensación de subjetividad.  Las prácticas de la vida diaria adquirían una importancia renovada, ya que la fe de una persona se manifestaba tanto en la forma en que llevaba un negocio o atendía sus labores diarias como el número de veces que asistía a misa. Se introdujeron nuevas herramientas, como libros de conducta y diarios, para ayudar a los cristianos a cuidar su relación personal con Dios.
La ayuda más extendida a la devoción era el libro de conducta, repleto de máximas y proverbios destinados a guiar la reflexión y ayudar a la persona a juzgar su propio progreso individual. Tanto los diarios como los libros de conducta eran formas de ayudar al creyente a concentrarse en su vida interior y mejorar así su autocontrol ante impulsos y pensamientos pecaminosos. Poner el acento en una relación personal y privada con Dios, y en su propio mantenimiento, facilitaba el poder sentir la interioridad, la necesidad de atender a la propia vida interior, aumentando así la sensación de subjetividad, lo cual contribuyo a allanar el camino hacia la psicología moderna y su enfoque en la vida privada.


Cristiano leyendo su libro, ilustración del poeta y grabador William Blake que aparecía en una edición del siglo XIX de El progreso peregrino (1678), de John Bunyan. Este monumental alegoría cristiana animó a cristianos recién alfabetizados a concentrarse en su vida privada, Interior, lo cual contribuyó en última instancia a la aparición de la noción del yo psicológico.

Relacionados: Ensayos de Montaigne (1580), Leviatán (1651), Tabula rasa (1690), Lo familiar y la novela (1719), La teoría de los sentimientos morales (1759), La estructura del organismo (1939)

Referencias
Taylor, C., Sources of the Self: The Making of the Modern Identity. Cambridge, EE.UU: Harvard University Press, 1992.

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