Localización de las funciones cerebrales

Año de aparición: 1861
Autores reconocidos: Paul Broca (1824-1880)



Paul Broca


A lo largo del siglo XIX se propagaron encendidos debates sobre la naturaleza del alma, la mente y el cerebro. ¿Eran las funciones mentales un mero resultado de la actividad cerebral? ¿O había ciertas funciones, como la razón, que estaban reservadas a la influencia divina, tal y como el filósofo francés Descartes  lo había argumentado dos siglos antes? En el siglo XIX una nueva generación de científicos recurrió al estudio de casos clínicos y a experimentos de laboratorio para hallar pruebas con las que sustentar sus argumentos. Uno de los temas más polémicos era si las funciones mentales estaban localizadas o restringidas a determinadas áreas del cerebro. Franz Gall había desarrollado la frenología –el estudio de la superficie del cráneo– y había declarado de forma inequívoca que las capacidades de la mente eran del todo atribuibles al cerebro y que ciertos rasgos se localizaban en áreas cerebrales concretas. Fueron muchos los que trataron de desacreditar el enfoque de Gall tildandolo de impío, pero a mediados del siglo XIX fueron aumentando las evidencias de que al menos algunas de las funciones mentales se hallaban realmente ubicadas en el cerebro.
El lenguaje era una de esas funciones, y en 1861 el joven cirujano francés Paul Broca aportó una prueba concreta con su minucioso estudio del caso de un tal Monsieur Leborgne, conocido con el apodo de Tan. Tan, que unos años antes había perdido la capacidad de hablar, quedo al cuidado de Broca unos días antes de morir. Broca se dio cuenta de que aquel caso le brindaba la oportunidad de probar su teoría: que la capacidad de hablar se ubicaba en el lóbulo frontal del cerebro. Al realizar la autopsia descubrió que el daño se hallaba en la parte posterior del lóbulo frontal izquierdo. Pronto aparecieron otros casos de la pérdida del habla y del daño cerebral localizado, y, aunque los hallazgos no llegaron a cerrar el debate, proporcionaron evidencias cruciales sobre la ubicación de las funciones. La pérdida de la capacidad de hablar se conoce hoy día como afasia de Broca.       
Después de Broca, muchos otros científicos aportaron pruebas de funciones localizadas. A finales del siglo XIX el estudio del cerebro se situaba en el dominio de la ciencia, sin que apenas hubiera necesidad de recurrir a la religión o a la filosofía.


En esta imagen aparece resaltado el lóbulo parietal del cerebro, que parece tener un papel destacado en la orientación, el procesamiento del lenguaje y las sensaciones.


Relacionados El curioso caso de Phineas Gage (1848) Estudios del cerebro dividido (1962) 

Referencias
Young, R. M., Mind, Brain, and Adaptation in the Nineteenth Century: Cerebral Localization and Its Biological Context from Gall to Ferrier. Nueva York: Oxford, 1990.

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